CAMBIO DE ESTRATEGIA DEL ESTADO




Por Vicente Painel S.


Quedo esa duda rondando después de sendos titulares y artículos que informaban que el gobierno se había abierto, según declaraciones del ministro del interior Pérez Lloma, a la presencia de observadores extranjeros, con respecto a la relación del Estado con el Pueblo Mapuche.


El solo procedimiento mediático nos habla de la “seriedad” del tema, cuando anuncia en grandes titulares la posibilidad de la mentada apertura y luego anuncia “discretamente” el virtual desmentido del ministro secretario general de gobierno Augusto Prado con su tajante aseveración de que: "Chile no necesita que otras personas nos digan cómo solucionar los problemas que tenemos en el país".


Pero, por qué generó impacto en círculos de activistas mapuches y chilenos aquellos titulares… En la contingencia de movilizaciones del pueblo mapuche (aún latente), fue quedando en claro que el gobierno no pretendía dar salida política, ni a las reivindicaciones coyunturales ni menos a los planteamientos históricos. Los llamados a la comunidad internacional a mediar en el conflicto, dado el acorralamiento del movimiento mapuche, en tanto necesidad del gobierno chileno de generar un enemigo interno para justificar su entramado represivo y proteger la inversión transnacional, hizo necesario la presencia de un tercer actor que se impusiera a la Sra. Bachelet para detenerla. Y es que a pesar de la censura en la prensa, las noticias represivas y el contexto real en que se iban sucediendo los hechos, éstos lograban salir de una u otra manera hacia el exterior e iban dando cuenta que la Sra. presidenta de Chile, no pecaba de ausencia e ingenuidad, ni era el recalcitrante pinochetismo el ejecutor de la represión, sino que era el propio gobierno quien ejercía tenebrosas disposiciones que ya le habían costado la vida a un joven estudiante mapuche: Matías Catrileo (asesinado con arma de guerra por Carabineros). Inclusive en Sud América llegaron a circular nombres con suficiente autoridad moral para detener a la Sra. Bachelet, se hablo de: Hebe de Bonafini, Nora de Cortiñas, Rigoberta Menchú, Adolfo Pérez Esquivel y Martín Almada. He ahí las razones entonces del por qué sendos titulares anunciando una posibilidad y luego discretos comentarios aclarando el desmentido (Se requiere tergiversar, generar expectativa, para seguir por el mal camino sin ser interpelado).


Sin embargo, el problema es mayúsculo y vale la pena desglosarlo para mejor comprenderlo; el Estado Chileno esta imposibilitado por constitución para abordar la temática del Pueblo Mapuche con racionalidad democrática, es menester entender porqué:

No queda suficientemente claro históricamente si el Estado sigue concibiendo a lo que fue la empresa denominada “pacificación de la Araucanía” como una pacificación o una ocupación militar. Nos referimos a que no son los españoles los que logran aniquilar la Soberanía Territorial Mapuche, si bien la reducen notablemente, de todas maneras la resistencia histórica mapuche logra resguardar una espacio suficiente de desarrollo que da independencia popular hasta 1850 aproximadamente en que empieza la llamada “pacificación”. En conclusión, es el Estado Nacional Chileno en su fase de consolidación de carácter dependiente, quien engulle el Territorio Mapuche (lo que corresponde a por lo menos tres regiones de la división jurídico administrativa actual) en una empresa bélica que duró 40 años aprox. y que fue intercalando bandidaje e infiltración, guerra de movimientos y guerra de posiciones, por parte del Ejercito Chileno en simultaneidad con el Ejercito Argentino de la época, contra la Soberanía Mapuche.

Dada la primera posibilidad, pacificación, se concibe como un disciplinamiento (violento por definición) de marginalidad, de ausencia de Estado, situación por cierto en que inclusive activos miembros de aquella situación pueden solicitar el disciplinamiento (algo así como: “oiga señor Estado, sabe que es tanto el caos que tengo en mi población que por favor intervenga”). La segunda posibilidad se trata de una guerra de ocupación político militar. Ahora bien, ¿Por qué es importante este debate histórico? Porque la movilización del pueblo mapuche, más la solidaridad de diversos activistas chilenos lograron reavivar esa discusión en el bloque del poder contemporáneo. Esto es, veladamente por la prensa, el bloque en el poder se pregunta: ¿El Estado Chileno debe intervenir con una lógica de guerra? , es decir, generar un conflicto de alta intensidad, de ahí las aseveraciones de personeros de la “Concertación” y “Alianza por Chile” de que en el sur habrían “terroristas y guerrilleros mapuche”, denuncias de “células” mapuche en Santiago, etc; esto es los Mapuches somos los enemigos; O, y esta es el otro discurso, se trataría de delincuentes y se requiere la judicialización y criminalización de las reivindicaciones en consiguiente, ya que también hay “mapuches buenos y honrados que solo necesitan reconocer el valor de la propiedad privada y el esfuerzo”.

Pues bien, la mentalidad del bloque en el poder del Estado Chileno, deja en claro ante lo ojos de cualquier demócrata que el problema es grave y se presentan las siguientes conclusiones:


Primero, cambio de estrategia no hay, mientras el Estado Chileno ni siquiera sea capaz de ratificar el convenio 169 de la OIT (de manera seria, porque la famosa ratificación del convenio con disposiciones interpretativas es una treta tan ridícula que no soporta análisis -excluyen precisamente las categorías de pueblos y grados de autodeterminación que concede el dicho convenio- ) No se puede hablar entonces de cambio de estrategia, pues el Estado Chileno ni siquiera reconoce al pueblo mapuche como pueblo.


Segundo, que el Pueblo Mapuche sea tratado como delincuente o terrorista, es igualmente grave pues lo más probablemente de lo que se trate, a la luz de los hechos, es de dos formas tácticas complementarias de una misma Estrategia. El problema es que el Estado Nacional chileno de carácter dependiente, necesita crear un enemigo interno para justificar su ecuación represiva conformado por nuevas disposiciones legales, robustecimiento cuantitativo a “Carabineros” e “Investigaciones”, más la Agencia Nacional de Inteligencia ANI (base de “policía” política), además de “reguardar” las inversiones trasnacionales turísticas, forestales y energéticas en territorio histórico mapuche, (“proteger” estas transnacionales es imprescindible para el Estado dado su carácter dependiente).


Para culminar, es vital afirmar la necesidad que la comunidad internacional este presta para intervenir moral y políticamente pues el Estado Chileno esta en una situación en que puede cometer más y mayores atropellos a los ya cometidos contra los Mapuche. Se debe tomar conciencia de que la situación chilena esta tan retrasada que por solo citar un botón de muestra se da el absurdo que : mientras al lado Este de la Cordillera de los Andes, los Mapuche somos considerados, al menos jurídicamente, como “Pueblo” por el Estado Argentino (quien ha ratificado hace bastante tiempo el convenio 169), al lado Oeste, los Mapuche por parte del Estado Chileno somos considerados apenas una “minoría étnica”, es decir: un objeto folklórico (cuando no un terrorista o un delincuente claro esta)…

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